domingo, 27 de junio de 2010

España Chile 3-0 amistoso

La selección invencible
Chile plantó mucha cara en la primera mitad, pero en la segunda España terminó por borrar del campo al rival. Villa, de penalti, Torres y Carmona en propia puerta fueron los autores de los goles.

La selección española ha puesto un brillante broche a su mejor año. La 'Roja' se despidió de 2008 de la mejor manera posible, victoria y gran imagen. Los hombres de Vicente del Bosque, los campeones de Europa, han vuelto a dar una lección de buen fútbol ante la Chile de Bielsa, capaz de amargar a Argentina hace unas semanas, y sigue haciendo soñar a la sufrida afición española con lo que está por llegar. Y es que ya son 28 encuentros sin perder. Esta España comienza a parecer invencible.

La fiesta del fútbol español comenzó bien, con Villa dando el primer aviso a los pocos minutos de juego a Claudio Bravo, pero pronto el encuentro se enrareció. Los hombres de Bielsa no venían de excursión y en cuanto le vieron las orejas al lobo comenzaron a enseñar las uñas. La primera parte en su totalidad estuvo marcada por la presión, factor determinante que nubló las ideas de los españoles. El partido tomó un ritmo frenético que ya no abandonaría hasta el descanso.

El combinado chileno se empleó al 110 %. Cierto es que el balón era mayoritariamente español, pero casi todas las ocasiones la posesión era completamente infructuosa. Los once hombres, incluido Suazo se implicaron en una defensa férrea como pocas. La pareja Xabi-Senna se vio superada, le costó tomar el mando, siempre que el balón llegaba a sus pies veían una sombra blanca aproximándose por el rabillo del ojo. Agobiante. Xavi se vio desplazado, sin peso específico sobre el césped, y picándose con el rival en varias ocasiones por pura frustración.

Parecía imposible trenzar una jugada, no en vano, las mejores ocasiones llegaron en buenos desmarques de Villa a la espalda de la defensa chilena. España intentaba abrir el campo, Ramos y Capdevila estuvieron fenómenos en las ayudas por su banda, pero al juego español le faltaba el otro ingrediente necesario para superar la incómoda presión del rival, la velocidad. Y en ese aspecto se atascó España, con jugadores más rápidos de pensamiento pero más lentos de movimientos.

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